La violencia en Colombia, no se puede analizar desde una perspectiva coyuntural, sino, como un problema estructural, que deviene desde lo histórico, lo social, lo político y lo económico, que se arraiga y se fortalece dentro de un sistema/modelo económico que genera desigualdad social y pobreza.
Todas las generaciones hemos pasado por olas de violencia, unas más fuertes que otras, y lo hemos apropiado como parte de nosotros, como parte de la cultura colombiana. Algunos gobiernos, han interpretado estos momentos como oportunidades para lucrarse política y electoralmente, generando mediante políticas de gobierno una falsa seguridad en nuestra sociedad.
Hemos caído y reproducido la narrativa de un falso patriotismo de ciertos sectores políticos tradicionales, de una supuesta superioridad moral y nos han intentado hacer creer en un supuesto mal que está acabando con el país conocido como: “el izquierdismo”, “comunismo”, “castro-chavismo”, “socialismo “petrismo”, entre otras denominaciones.
En las últimas semanas hemos visto, como nuestro país está cayendo en una ola de violencia, asesinando a dirigentes políticos, sociales y en los últimos días se han perpetuado dos atentados. El primero de ellos, un helicóptero de la policía fue derribado dejando 13 víctimas fatales y en la Ciudad de Cali, un carro bomba explotó dejando 6 muertos y más de 50 heridos. En este último hecho, el aprendiz Juan Diego Martínez Echeverry del Centro de Gestión Tecnológica de Servicios perdió la vida y su madre quedó herida.
Es por eso, que hoy, nuevamente alzamos nuestra voz de rechazo frente a estas acciones violentas de grupos insurgentes, que le están apostando a destruir al país, pero, sobre todo, le están siendo útiles a unos sectores políticos que están sacando provecho de esta situación para promover la injerencia extranjera, donde prometen devolver la seguridad mediante propuestas guerreristas; y algunos, pretenden volver hacer gobierno y otros a gobernar.
Nos quieren vender miedo, para comprar seguridad, sin importar las vidas humanas que se pueden perder en esta necesidad de poder. Rechazamos todas las acciones y expresiones de violencia que atentan contra la vida y la dignidad de los colombianos.
Desde SINDESENA, Subdirectiva Bogotá, nos solidarizamos con los familiares de nuestro aprendiz víctima de esta violencia política, desde nuestra organización ratificamos nuestro papel como un actor que seguirá contribuyendo a la transformación de la sociedad, a través de la vía del derecho encausando nuestro accionar a propender por la Paz.
