
El SENA, históricamente, ha sido el centro de disputa de diferentes sectores politiqueros tradicionales, cada vez que hay un cambio de gobierno y/o administraciones locales y departamentales buscan la forma de repartirse un “pedazo de la torta” en cargos de alta responsabilidad, lo cual le ha hecho mucho daño a la entidad convirtiéndose en un fortín politiquero a merced de ciertos “caudillos políticos”, si se quiere así definir.
Este tipo de prácticas que están asociadas a la corrupción, le han hecho mucho daño al SENA, dado que en ocasiones quienes dirigen los centros de formación y las direcciones regionales obedecen a los intereses políticos del sector al que representan y no a las necesidades reales de la entidad. Colocan al director o subdirector para pagar favores políticos y esos cambios se dan específicamente antes o después de las contiendas electorales, tal como está ocurriendo en estos momentos en el país.
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